Una vieja inclinación

Hoy me siento como Dante a la mitad de su vida: entre fieras diversas y con un gran anhelo de hacer de mi existencia algo útil, significativo y relevante para la humanidad.
Las fieras de la mediocridad, de la nadidad, de la intrascendencia amenazan devorar mis años y me siento como material para que alguien más escriba algún día acerca de mí un panfleto de nombre "La Vida Inútil de Chito Pérez", ya que Chito es el apodo con que familiares y amigos de la infancia me conocen, y Pérez es el mote alburero que las irrespetuosas calaveras de la colonia me adjudicaron alguna vez.
La duda, el miedo, el escepticismo y el egocentrismo han paralizado mi acción de modo que me veo hecho ahora un perfecto don Nadie que ha hecho de su existir una perfecta nada.
Siempre desconfiando, siempre criticando, desilusionado de todos los partidos, de todas las Iglesias, de las doctrinas y las ideologías.
Pero he aquí que concurre a mi memoria el recurso maestro, es como si alguien allí adentro, muy adentro de mis neuronas susurrara insistentemente:
-Escribe, Fermín, escribe. El que escribe no ha perdido un sólo instante de su vida, pues todo es material para contar, para relatar, para estructurar ensayos, artículos, y para dar cuerpo a la formulación de ideas y teorías. La escritura es el medio por el cual divulgarás los pocos o muchos conocimientos que has adquirido y la herramienta con la que expresarás tu particular visión del mundo, ya los demás dirán si son luces o locuras, pero tu deber es escribir.
Y puesto que estoy de dispocisión reflexiva, en esta tarde nublada doy la razón a mi aspecto meditabundo, y jubiloso emprendo la ya de antiguo anhelada aventura de viajar por el mundo de las letras, ya no sólo como ávido lector sino como alguien que escribe con el propósito de compartir ideas e información. Por ahora un bloguero, ya veremos más adelante.